Sentimos que no podemos fracasar, creemos que estamos preparados para defender cualquier postura, solventar cualquier situación. Pero la verdad es que te acojonas cada vez que piensas que tienes que quedarte impertérrito, defendiendo la misma posición: tu única y endeble torre de marfil.
Y tu coraza a base de ‘Scotch’, ironía, nicotina, mala gaita y cierto aire presuntuoso se viene abajo cuando sientes que puedes perder otra oportunidad. Te revuelves como gato panza arriba y piensas en escabullirte, ocultarte, volver a enfundarte la armadura y olvidarte de patrullar por sus calles.
Pero allí aparece, bonita y sensual. Jodidamente chiflada, de una forma que te hace no parar de sonreír; extremadamente efímera, cercana y distante a partes igual, armónica y sensible. Ella cree que no sabes esas cosas, que no aprecias esos detalles; acostumbrada a sentirse deseada, habituada a las miradas lascivas de gente que se gira para verla pasar.
Siente que tus ojos le dicen lo mismo.
Es verdad, te imaginas cada palmo de su cuello, imaginas cómo tiene que follar, piensas en arrancarle la ropa, fantaseas con meter tu cabeza entre sus piernas, pero, sobre todo, deseas besar esos labios insolentes mientras hablas de zafia literatura, rock transgresivo y metafísica de bar.
También es verdad que admiras esa cabezita suya. Tan loca. Te encanta su actitud femenina, su lengua incontestable e incorregible y esa forma de hablar tan peculiar, que te hace desear decir: “ven conmigo al lado bueno de la vida”. Y consideras dejarte caer a pecho descubierto, saltar ese abismo y jugar tus cartas; pidiendo a Gillespie, Zappa, Mercury y a Camarón que nadie más haya apostado al mismo caballo ganador.
Y aunque sientes que no puedes fracasar, que estas preparado para defender tus flancos mientras imaginas cada rincón de su cuerpo, mientras disfrutas de cada apasionada y chalada frase, te acojonas, tu coraza vuelve a desarmarse y huyes a la vez que te repites que no volverás a patrullar.
Pero lo harás.
También es verdad que admiras esa cabezita suya. Tan loca. Te encanta su actitud femenina, su lengua incontestable e incorregible y esa forma de hablar tan peculiar, que te hace desear decir: “ven conmigo al lado bueno de la vida”.
Me gusta 😉
Ey! Gracias por el comentario