Todavía la recuerdo desnuda, con su cuerpo unido al mío, encendiéndonos el corazón y la esperanza como si el mañana no fuese a llegar. Su mirada risueña, riendo, se clava sobre mi pecho mientras me cuenta cómo va a cambiarme, cómo es posible hacer que mi torpeza crónica desaparezca, cómo dejaré de ahogarme en en mis ‘on the rocks’, cómo dejaré de salir a cazar a la desesperada, sin necesidad de musas y princesas desahuciadas, porque ella va a restañar las heridas que la vida, la sinrazón, la monotonía y la sensatez han dejado en mi espalda; porque entre sus piernas encontraré las respuestas que acosan al ser humano desde su génesis y porque sus labios serán el maná que me harán lanzarme a tumba abierta.
Todavía recuerdo cómo susurraba ‘Help Me’ de Van Morrison, desatando taquicardias en mi bragueta, sus pequeñas y finas manos heladas desabrochando mi camisa, su fina y precisa lengua desarmando mis defensas y sus piernas enroscadas abriendo puertas a patadas.
Todavía la recuerdo con la mirada empapada de cansancio, descubriendo que no quedan buenos tipos que cabalguen con sus escudos y banderas de amor, que los retales de los poemas y relatos son el único legado que mi vida le dejará. La recuerdo apartándole el pelo mientras llora desconsolada, vomita su rabia y frustración en un intento vano por comprenderme. Recuerdo sus abrazos largos y melancólicos, como si supiesen que me esfumaba por cada rendija de sus dedos.
Todavía recuerdo sus caderas finas y estrechas, una autopista al cielo más oscuro y dulce, las largas conversaciones metafísicas y el insaciable cuerpo a cuerpo, el cigarro en la ventana de la cocina, el olor de los sábados entre las sábanas y el de los domingos de resaca.
Todavía recuerdo aquel café helado, mirándome desde la encimera, la cafetera pitando, gorgoteando y su total ausencia, el abandono sordo y realista que dejó cuando cerró la puerta cansada de promesas.
Conmovedor y muy bien escrito. Besossssssss