Discutías tus borracheras,
ella gritaba tus ausencias,
enrabietabas aquellos silencios,
encabronabas los pasillos
y sus escaleras
atrapabas el eco de los ascensores.
Pero a la hora del perdón
siempre faltaban las palabras.
Discutías tus borracheras,
ella gritaba tus ausencias,
enrabietabas aquellos silencios,
encabronabas los pasillos
y sus escaleras
atrapabas el eco de los ascensores.
Pero a la hora del perdón
siempre faltaban las palabras.