Los incendios del amanecer
queman el horizonte,
mientras tanto Algorta duerme
con su silueta oscura recortada
en un plano fijo.
No me sienta bien beber
tampoco la soledad.
Me giro a saludar
a una delicada morena
de largas piernas
y grandes pechos.
Me reconoce.
Y yo a ella.
Es la hija del vecino del tercero.
Y yo un viejo verde.
Los incendios del amanecer
abrasan los límites del cielo,
mientras tanto Algorta duerme
con sus sombras clareando
en un travelling vertiginoso.