Aquella azotea de Torrevieja
blanca y cálida de verano
era nuestro fortín
un territorio inexpugnable
de tendederos brillantes
con sábanas pálidas
y bañadores tropicales.
Esperaba tus mensajes
con forma de aviones
aterrizando en el buzón
“te espero en la azotea”
tu letra adolescente
firme y graciosa
espantaba mis mañanas
repletas de tareas
matemáticas y literatura.
En aquella azotea
solitaria y calurosa
dibujamos nuevas fronteras
en el mapa de nuestras manos
adolescentes
inocentes y salvajes
al resguardo de toallas verdes
y con el sonido de las risas de la piscina.
Aquella azotea de Torrevieja
blanca y cálida de verano
se cerró hace unos años
al parecer pillaron a unos niños
repasando los deberes de anatomía.
Es bonito saber
que
siempre
hay quien sigue tus pasos.
Tremendo! 🙂
Gran final para un buenísimo desarrollo.