Palabras, palabras
eso es lo único que me queda para jugar.
Los recuerdos
y la memoria son frágiles
escamas de un pez cada vez más viejo.
Las palabras, palabras,
-en cambio-
son la única verdad que me sostiene.
Y me dejo caer entre los susurros
que llevan a la siguiente letra.
Asalto hiatos y diptongos,
me encadeno a las sílabas
que forman tu nombre.
Y ya no te encuentro
allí dónde solías estar.
Soy el resplandor de un rayo
la nota más aguda de un trueno,
soy aquel niño grande
atrapado en sus letras.
Tus recuerdos
y memoria son polvo
que se pega a mis botas desgastadas.
Las palabras, palabras
-tu nombre-
son lo único que me quedan para jugar.
Apunté aquello que dijiste
-sabías que si no lo olvidaría-
“el pasado está por pasar”.
Sabías que llegaría
el día de la página en blanco
de las viejas deudas
y de los ajustes de cuentas.
El día de las palabras.
Y hoy que he aprendido
a aprender aquello que me enseñaste
ya no te encuentro
allí donde solías estar.